LOCKHART INTIMO EN CARAS

Guillermo Lockhart mostró su cara más intima en la revista Caras Uruguay, el conductor de voces prepará un tercer ciclo mientras disfruta de su soltería.

El original programa de leyendas urbanas de canal 12, Voces Anónimas, se impuso en la teleaudiencia a tal grado que, culminando el segundo ciclo, Guillermo Lockhart (31), conductor del mismo, ya anuncia una tercera temporada para el 2009. Todo indica que no sólo de uruguayos se compondrá ese público, ya que el programa y su formato están siendo comercializados en varios países. Guillermo comenzó su carrera como modelo, luego fue conductor en distintos programas
de televisión, pero fue por iniciativa propia que el proyecto de Voces Anónimas le permitiera mostrarse en todas sus facetas e incursionar en los roles de productor y director. Desde el pasado mes de abril, el programa tiene también su libro, que es una recopilación de las historias que más marcaron a estos dos ciclos.
—¿Qué le dejaron estos tres años de trabajo en Voces Anónimas?
—Quizás uno de los momentos de mayor satisfacción a nivel laboral, nunca pensé que iba a poder llegar donde estoy. Hoy me siento muy respetado y creo que el programa ha llegado a la gente. El cariño del público es lo más lindo que rescato, uno vuelca mucha pasión y eso vuelve a través de ellos.
El programa fue para mí proyectar un sueño y lo vivo con toda la felicidad del mundo.
—¿El estar en contacto con esas historias y leyendas lo cambiaron?
—Con algunas historias quedé impactado, sentís que cuando las cosas se cuentan es por algo, y que más allá de todo uno tiene que respetarlas. Te pasa lo que en este ambiente se llama ‘la expansión de la frontera de la realidad’, uno en el mundo real anda muy a full, pensando en sus cosas y si escuchás ruidos no le das importancia. Cuando escuchás estas historias, empezás a sensibilizarte más.
—¿Vivió usted alguna vez una experiencia como las que aparecen en el programa?
—Me pasó algo muy fuerte antes de que surgiera el proyecto de Voces Anónimas. Volvía por la ruta 8, iba manejando de noche con cuatro personas, veníamos de Cerro Largo, y de repente se nos apareció en el medio de la carretera una persona, con ropa oscura, arrodillada, de espalda a nosotros. Cuando el auto se acerca, se da vuelta y nos mira. Tenía un rostro cadavérico muy raro, di un volantazo y paramos, porque en ese momento pensamos que lo habíamos atropellado. Atrás nuestro venía un ómnibus y también frenó. El conductor cuando bajó me dijo: ‘Alguien había, si lo esquivaste yo le tendría que haber arrancado la cabeza’. El chofer sacó una linterna e iluminamos buscando a esta persona, pero nunca encontramos a nadie. Te queda la duda, porque no fui el único que lo vio…
—¿Cómo vive estas historias, le da miedo?
—Es como un poco masoquista, te da un poco de miedo pero querés saber más.
—En otras entrevistas dijo que a las producciones nacionales les falta creatividad…
—Cuando digo eso no quiero dar palo ni lastimar a nadie, pero pienso que se compran muchos programas y formatos, quizás por no querer arriesgar. La televisión está pasando un momento crítico, los horarios centrales están cada vez más despoblados de producciones nacionales y acá hay mucha gente capaz.
—Antes de hacer televisión estuvo bastante tiempo viviendo en el exterior…
—Sí, trabajé como modelo en Chile, Barcelona, Brasil, en Nueva York estuve el año de los atentados.
—¿Cómo fue estar en Nueva York en ese momento?
—En esos días estaba a punto de firmar para trabajar en la agencia Ford, me estaba quedando en lo de mi tío que vive en un penthouse a 20 cuadras de donde estaban las torres, en el East Village.
Las veía desde la ventana del dormitorio, me encantaba acostarme mirándolas. El día de los atentados era de mañana temprano cuando nos enteramos que un avión había impactado una de las torres. En el momento que estábamos subiendo a la azotea para ver qué pasaba, impacta el segundo avión. Imagináte sentirlo a 20 cuadras, fue un ruido muy fuerte acompañado de gritos de horror de la gente, nunca lo voy a olvidar. Días después las personas lloraban, la sensación era de tristeza profunda, angustia e inseguridad.
Fue la experiencia más fuerte que viví, me marcó muchísimo, en ese momento acababa de cumplir 25 años y fue un quiebre, como un madurar 10 años de golpe, vivís de otra manera después de eso. Tenía ganas de estar con la gente que yo quería y mi familia estaba desesperada porque me viniera y me volví el primer día que abrió el aeropuerto.
—¿Está en pareja hoy?
—No, estuve en pareja hasta hace poco más de un año, estuvimos conviviendo casi tres años, pero por situaciones de la vida nos fuimos distanciando, fue una relación muy fuerte. Después de esa separación viví quizás algo parecido a un período de duelo, y me enfoqué mucho en mi trabajo. Hoy estoy tranquilo, abierto a engancharme, lo que tenga que ser será.

Extraído de Caras Uruguay

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