"Sólo espero que mi hijo venga a vivir pronto conmigo a Buenos Aires.” fotos intimas en Caras Uruguay.
Las paradojas de la vida hicieron que Mónica Farro (33) pisara suelo oriental con la ilusión de reencontrarse con sus seres queridos por un lado, y por el otro, para poner punto final a 15 años de matrimonio con el padre de su único hijo. Mónica y su ex, Enrique Ferraro (38), luego de varias idas y vueltas, propias de una pareja que luchó por sacar adelante una familia, decidieron poner fin a una historia que ella denominó “una relación terminada”. Por más que la vedette y el ex futbolista fueron deshaciéndose de los bienes que tenían en común (un departamento en Montevideo, un auto, cuentas bancarias), saben que entre ellos hay un vínculo eterno: Diego (14), con quien Mónica llevaba dos semanas sin verse. La exuberante rubia sale por un segundo de su rol de femme fatale y confiesa emocionada que extrañó a “su bebé”. Desde su llegada a Uruguay, el 18 de marzo a las 7:45, todo fue intenso. La esperaba su hermano, quien prometió durante su visita convertirse por tercera vez en padre, pero que por tan sólo algunas horas no pudo cumplir, ya que el pequeño Matías Damián se rehusó a nacer el día 20 como estaba previsto. Montevideo le es ajeno en parte y propio a la vez, Mónica ya no tiene su casa en la ciudad que la vio soñar con ser una estrella, pero sabe que en Arroyo Seco está la casa de su madre, un paraíso de afectos y un cable a tierra que la conecta con su historia de vida. Los Farro son unidos, son una familia bulliciosa, alegre y divertida. Ella se define familiera y sencilla, y al verla interactuando con su hermano, Danilo, con su sobrina, Lucía, o su hijo, es fácil olvidar que es la misma mujer autosuficiente que se ve en televisión. “Mi familia me llena de mimos, me cocinaron todas las cosas ricas que me gustan: asado, pasta y pizza”, comenta feliz. En medio de situaciones cotidianas, el celular de Mónica no deja de sonar, medios uruguayos y argentinos necesitan saciar su sed de primicia debido a un nuevo rumor sobre la vida sentimental de la rubia. Mónica habla con todos y cada uno de los medios que la solicitan, pide disculpas a su familia, se ausenta unos minutos. El mismo día que llegó, se encontró con su ex para terminar cuanto antes con uno de los trámites que quedaban en el tintero. Así, Mónica y Enrique viajaron a la ciudad de San Carlos para cerrar una cuenta bancaria que la vedette y el futbolista tenían en común. “Con mi ex las cosas no están bien, un divorcio siempre es difícil”, reflexiona dolida la uruguaya, que cree que a mediados de este año el divorcio se concretará y cerrará de este modo una etapa. La más grande de las ausencias en la vida de la vedette es su hijo, a quien extraña y sueña con la posibilidad de que algún día elija vivir con ella. Diego es su gran amor, ella se muestra como una madre cariñosa y celosa, y durante su estadía gran parte de su tiempo lo pasó con él, con quien compartió, entre otras cosas, un reparador paseo por el clásico rosedal del Prado. Allí, ella cautivó las miradas de los curiosos que la reconocen y le piden autógrafos, y él, le roba los primeros suspiros a más de una jovencita, “lo que se hereda no se roba”, asegura orgullosa la vedette, quien dialogó de su vida actual en una charla íntima y sincera.
Las paradojas de la vida hicieron que Mónica Farro (33) pisara suelo oriental con la ilusión de reencontrarse con sus seres queridos por un lado, y por el otro, para poner punto final a 15 años de matrimonio con el padre de su único hijo. Mónica y su ex, Enrique Ferraro (38), luego de varias idas y vueltas, propias de una pareja que luchó por sacar adelante una familia, decidieron poner fin a una historia que ella denominó “una relación terminada”. Por más que la vedette y el ex futbolista fueron deshaciéndose de los bienes que tenían en común (un departamento en Montevideo, un auto, cuentas bancarias), saben que entre ellos hay un vínculo eterno: Diego (14), con quien Mónica llevaba dos semanas sin verse. La exuberante rubia sale por un segundo de su rol de femme fatale y confiesa emocionada que extrañó a “su bebé”. Desde su llegada a Uruguay, el 18 de marzo a las 7:45, todo fue intenso. La esperaba su hermano, quien prometió durante su visita convertirse por tercera vez en padre, pero que por tan sólo algunas horas no pudo cumplir, ya que el pequeño Matías Damián se rehusó a nacer el día 20 como estaba previsto. Montevideo le es ajeno en parte y propio a la vez, Mónica ya no tiene su casa en la ciudad que la vio soñar con ser una estrella, pero sabe que en Arroyo Seco está la casa de su madre, un paraíso de afectos y un cable a tierra que la conecta con su historia de vida. Los Farro son unidos, son una familia bulliciosa, alegre y divertida. Ella se define familiera y sencilla, y al verla interactuando con su hermano, Danilo, con su sobrina, Lucía, o su hijo, es fácil olvidar que es la misma mujer autosuficiente que se ve en televisión. “Mi familia me llena de mimos, me cocinaron todas las cosas ricas que me gustan: asado, pasta y pizza”, comenta feliz. En medio de situaciones cotidianas, el celular de Mónica no deja de sonar, medios uruguayos y argentinos necesitan saciar su sed de primicia debido a un nuevo rumor sobre la vida sentimental de la rubia. Mónica habla con todos y cada uno de los medios que la solicitan, pide disculpas a su familia, se ausenta unos minutos. El mismo día que llegó, se encontró con su ex para terminar cuanto antes con uno de los trámites que quedaban en el tintero. Así, Mónica y Enrique viajaron a la ciudad de San Carlos para cerrar una cuenta bancaria que la vedette y el futbolista tenían en común. “Con mi ex las cosas no están bien, un divorcio siempre es difícil”, reflexiona dolida la uruguaya, que cree que a mediados de este año el divorcio se concretará y cerrará de este modo una etapa. La más grande de las ausencias en la vida de la vedette es su hijo, a quien extraña y sueña con la posibilidad de que algún día elija vivir con ella. Diego es su gran amor, ella se muestra como una madre cariñosa y celosa, y durante su estadía gran parte de su tiempo lo pasó con él, con quien compartió, entre otras cosas, un reparador paseo por el clásico rosedal del Prado. Allí, ella cautivó las miradas de los curiosos que la reconocen y le piden autógrafos, y él, le roba los primeros suspiros a más de una jovencita, “lo que se hereda no se roba”, asegura orgullosa la vedette, quien dialogó de su vida actual en una charla íntima y sincera.
1 comentarios:
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